Con muchos aciertos y algunos errores, pero ante todo sin apartarse un ápice de lo prometido, Carlos Bermúdez deja a fines de este año la presidencia de la Federación Uruguaya de Automovilismo Deportivo (FUAD). Un tema que se veía venir y que el propio presidente de la FUAD oficializó en octubre tras comunicarlo personalmente al presidente del Automóvil Club del Uruguay, de quien depende su cargo.
Este último ciclo lo encuentra como presidente de la entidad rectora del deporte motor uruguayo pero su historia en la FUAD va más allá: 17 años integrando el Consejo Directivo desde distintas áreas.
La salud y la familia tras algunos “anuncios” que el corazón le dio, fueron los motivos de este paso al costado de carácter irreversible. Y es lógico, a la salud no se le puede andar con rodeos.
Estos años habrá cosechado amigos y de los otros. Habrá tenido claros y oscuros su accionar desde la presidencia. Como todo en un cargo de esa magnitud, de tamaña responsabilidad.
Le tocó liderar un período de cambios profundos en temas delicados como lo es la seguridad.
Lo lideró fiel a su estilo, pero más que nada, en total sintonía con lo prometido: una FUAD de puertas abiertas, de oídos grandes y pie a tierra.
Recorrió uno a uno todos los espectáculos de automovilismo; atendió de buen modo a quien se lo requirió y por sobre todo, aplicó las buenas costumbres y los buenos modales -como esa impronta personal afable que lo caracteriza- en todos aquellos que llevaran en su pecho la insignia de la FUAD.
En lo personal y más allá de haberlo “molestado” muy poco, igualmente fue siempre un presidente presente.
Los puentes que ha construido en todos los terrenos, cimentan un futuro sólido para la Federación y sería loable que quien lo sustituya, continúe este fructífero camino de entendimientos, a cara descubierta, diálogo y respeto, consolidados por Carlos Bermúdez más allá de las lógicas discrepancias que puedan suceder.
M.ROSA