LO SEGUIRÉ SALUDANDO

LO SEGUIRÉ SALUDANDO

La primera vez que supe de él fue a través de una marca en el orillo: Tornería Lotus. Por ella pasaron decenas de campeonatos de las más diversas categorías.

Poco después lo conocí personalmente y fue en el karting, de donde nunca se apartó pese a su presente más visible y valioso en la monomarca Sonic. De aquella tornería salieron finas piezas de competición que para el autor, eran verdaderas obras de arte. Y para mí, también. Suaves, lustrosas, brillantes…y lo más importante, ganadoras.

De silueta inconfundible, cabellera de estilo propio y aquel detalle que siempre me llamó la atención: el cronómetro colgado al cuello, señal inequívoca de una pasión tan grande como su inteligencia, habilidad y su bondad que lo llevaron a consagrarse en nuestro automovilismo trascendiendo su capacidad más allá de lo artesanal. Fue capaz de vencer en carreras y campeonatos de todo tipo y color sin abandonar esa postura casi anónima de disfrutarlos. Señal inequívoca de su apacible grandeza.

Con voz tenue y de andar cansino, siempre hizo gala de esa educación y buenos modales que hoy tanto cuesta disfrutar.

Jorge Burgos fue, sin proponérselo, una persona que caló fuerte en mi: desde hace muchos años, no hubo carrera u autódromo que no fuera expresamente a saludarle. Una suerte de ritual nacido espontáneamente tal vez consecuencia de esa nobleza que le brotaba por lo poros. 

No dejaré de saludarlo…mirando al cielo. 

M.ROSA