En un comunicado oficial a través de sus redes sociales, Fernando Rama anunció oficialmente lo que se venía manejando desde comienzos de este año: el 2019 fue su última temporada en el automovilismo.
Con 40 años recién cumplidos y una trayectoria impactante e intachable que fue edificando desde sus comienzos de niño en el karting, Fernando Rama deja la práctica activa del deporte motor por la puerta grande. Un buen deportista no necesita irse campeón para marcharse por esa puerta.
Confieso que era una noticia que no quería confirmar y no lo niego, me resisto a aceptarla. Tras verle pelear por el título 2019 de Superturismo, indiscutidamente dejó la sensación de que había «Ramón» para un buen rato más y con ello, jerarquizar no solo la categoría sino al deporte motor uruguayo en su conjunto.
Quizás no logró, pese a sus grandes momentos coronados con victorias y campeonatos, transformarse en un gran ídolo del automovilismo uruguayo. Creo, incluso, que tampoco lo buscó. Su manera sobria, fina, educada, sin estridencias, de vivir y disfrutar el automovilismo, no le jugaron a favor.
Pero en su haber -precisamente- tiene la enorme, gigantesca virtud, de ser siempre el mismo ser. En las buenas o en las malas, ser el mismo. Y no es un juego de palabras. Es la manera más simple de sintetizarlo.
Desde mi óptica y muy en silencio cuando aquel ciclo tortuoso en Inglaterra, bebió uno tras otros los tragos amargos que el deporte le puso -a modo de desafíos-, por delante. Asumió las críticas en silencio -incluso los dardos de varios sectores de la prensa- que creyeron que Fernando Rama debía ocupar el sitio que desgraciadamente había dejado el gran «Gonchi». Ni era su responsabilidad ni era su objetivo.
Esos duros momentos, Rama los asimiló muy en silencio. Volvió a Uruguay fortalecido, con cientos de vueltas recorridas en el automovilismo estadounidense -primero-, en el europeo y en el Sudamericano a través de la F3. Sufrió como era de esperar el lógico período de adaptación pero cuando se puso a tono, pasó a ser lo que todos hoy le conocemos: un duro rival, ya sea para una carrera o -ni que hablar- a la hora de pelear un campeonato.
Fue tan duro ese recorrido internacional que hoy día no debe existir en Uruguay otro piloto como él tan conocedor de esa camino lleno de piedras. Sin embargo, no lo vive lamentando. Por el contrario, lo pone al servicio de quien quiera y de hecho, Fernando Rama ha sido una herramienta de enorme valor para la nula experiencia que en ese sentido, tenía Santiago Urrutia. Señal inequívoca de esa otra faceta que lo ha distinguido: sensible pero especialmente solidario para con el deporte motor.
Se retira siendo el mejor piloto de la década en la máxima categoría de AUVO.
Pero mirando la larga estela que deja tras de sí, algún día de estos el deporte motor uruguayo deberá poner las cosas en su lugar y reconocer en Fernando Rama, a uno de los grandes pilotos que ha dado el deporte motor uruguayo…
…acaso como sucedió en aquella increíble carrera de F3 Sudamericana en Piriápolis 1998, cuando llegando a la meta en tres ruedas para redondear un año consagratorio, muchos empezaron a entender que a Fernando Rama también le corría sangre por las venas y que si era necesario, la garra bien usada también estaba en su abecedario deportivo.
Gracias Fernando, por ese y otros grandes momentos que nos has hecho vivir a todos. Momentos que contribuyeron -como tantos otros pilotos- a hacer grande esto que nos apasiona. Estoy seguro que el automovilismo uruguayo así lo siente.
En lo personal, gracias. No puedo dejar de reconocer que en tantos años compartidos, en las buenas y en las malas, siempre fuiste leal.
Ojalá el automovilismo te busque de inmediato…
Eso sí, me gustaría tomar otro cafecito para de paso, acostumbrarnos ambos a esta «nueva vida».
MARIO ROSA