Hace pocos días atrás en oportunidad de celebrar el CUR sus 60 años de trayectoria deportiva y social, Marcos no tuvo mejor idea que acompañar a su padre, «don Julio Silva», a reencontrarse con su querido club y con muchos de aquellos -hoy veteranos- que impulsaron y fortalecieron al cub desde distintos lugares.
Quiso el destino que esa jornada actuase hoy día como una suerte de despedida de un ámbito que marcó indiscutidamennte la vida de don Julio y que tanto extrañaba: el rally, el deporte motor, y una estirpe de amigos de la «vieja guardia» donde la amistad era la regla primera.
Cronómetro en mano, don Julio mezcló con infinita paciencia el arte de la mecánica, el humor, el truco y la pasión por un deporte motor que hoy sigue tan vigente en Marcos.
No puedo olvidarme de aquellos mediodías en la taller cercano a un Shopping de Tres Cruces que ni miras tenía de existir. Eran instancias de aprendizaje pero también de regocijo, de humor, con un churrasco entre truco y truco. Era un espacio de unión, de lazos firmes, donde la sobriedad no entraba y en donde todo giraba alrededor de lo que don Julio dijera; ya sea en broma (pero serio) o en serio.
Una opinión de don Julio, era una opinión. Pero era también fue sabio para escuchar y, mas que nada, para intercambiar, dialogar, entender y llegar a un punto final. Un razonamiento de don Julio era poesía. Ni más, ni menos. Y te la dejaba picando…
Creo que a mi como a muchos, don Julio nos dejó muchas enseñanzas. Su largo recorrido por el deporte motor uruguayo no pasó en vano. Sus angustias, sus momentos difíciles, tuvieron la recompensa de transformar su gesto adusto, en un ser querido, respetado y hasta por momentos, mimado.
Hasta siempre don Julio.
Desde hoy estarás más firme en nuestros corazones porque se agiganta el legado que -cuan maestro- repartiste de mano abierta para quien quisiera tomarlo: responsabilidad, claridad y fundamentos al brindar la información.
QEPD don Julio después de tan largo trajinar.
Fuerte abrazo Marcos. Lamento mucho no estar allí para que lo sientas…
MARIO ROSA